29 sept 2011

"Leer es un placer más grande que el placer de comer"


Esta mujer no duerme. Pero sueña. Es una librera. Argentina, hija de un español que puso una librería en Buenos Aires, Natu Poblet, esta figura enjuta y nerviosa, quiere convertir su pasión por los libros en una manía global. Ha venido a España para contar que hace una emisión de radio, Leer es un placer, que empezó en el año 1995. "En 2000 se fueron todos los sponsors y quedamos varados hasta que conseguimos rearmarnos y en 2008 empezamos de nuevo. Hasta hoy, y creciendo". Se puede oír en Internet y tiene la vocación de divulgar todo lo que escriban los autores que hacen sus historias en español.

Cuando la vemos, casi al amanecer, en este hotel tan literario ya lleva contestados no sé cuántos correos, y ya va por la mitad de los tres libros que lee al tiempo. Es flaca, enflaquecida además por la actividad que despliega y por el desdén que tiene por la comida. Pero ha de comer. "Sí, pero de a poquito, lo importante es leer". Por eso quiere desayunar, tan solo, porque además así habla de su proyecto, que ya tiene algunos años. Muchos autores españoles a hispanoamericanos han pasado por sus micrófonos. "Y no cejo en mi empeño de convertir la literatura en español en un acontecimiento global".
Ya hizo que su librería (su padre la llamó así, hace 75 años, Clásica y Moderna) fuera el centro de reunión de intelectuales y literatos argentinos. Hay un relato de Manuel Vicent, sobre lavabos, en el que el escritor cuenta que un día halló su figura señalando el baño de hombres en Clásica y Moderna. Y el baño de mujeres tiene por fuera la foto de Clara Sánchez, premio Alfaguara como aquel y ahora premio Nadal, también como Vicent.

"Los tenía a mano, y ahí los puse. Qué mejor reclamo que un escritor para decir donde tienes que hacer pipí". Come como un pajarito. Un poco de sandía, unas peras, algo de manzana; todo lo mira desde el plato, y el periodista le avisa: "Hay que comer; los argentinos desayunan mucho". "No creas que tanto. Un té, un café, los famosos cruasanes, o medias lunas, como decimos nosotros. No mucho más". Las editoriales, que convocan a los libreros a relatarles sus novedades, "nos ponen medias lunas, jamón, queso... Ahora bien, cuando voy a Fránc-fort, a la feria, compruebo cómo se desayuna en Europa: ¡hasta chucrut en las mesas! Y al lado de tanta comida me encuentro con un recipiente con champán. Me senté al lado, me pedí un café y tomé dos copas de champán. Pero eso solo lo he visto en Alemania".
"¡Ah!", añade. "¡México es una locura también! Y en Guadalajara era imposible abarcar los desayunos con una sola mirada". En Clásica y Moderna hay un restaurante pionero en una librería. "Allí tengo mi computadora y mi banquetita. Y veo comer, porque a mí lo que me interesa es hablar de libros. A veces, cuando me da hambre, pido que me traigan un cortado y una tortilla de patatas en trocitos, porque eso me permite seguir trabajando". Y conversando.

Conversar es su pasión. Lo hace en la radio. Su intención: "Intentar formar una comunidad de lectores de lengua española, apostar por la inmensa riqueza de este idioma. Crear una compañía de lectores sirviéndome de la radio". ¿Y lo conseguirá? "¿Tú qué crees? Claro que sí, porque es imprescindible y porque leer es divertido. Un placer. Mucho más que comer".

Juan Cruz 29/09/2011. EL PAÍS

16 sept 2011

LIBERTAD. JONATHAN FRANZEN


El próximo dia 6 de octubra se pone, por fin, a la venta la magnifica novela de Jonathan Franzen "Libertad".
Lo cierto es que ha merecido la pena la espera ya que la traducción española es excelente y su lectura es un autentico placer.

12 sept 2011

La cultura... ¿salvavidas de Europa?


"El futuro de Europa depende de la cultura", aseguró el pensador polaco Zygmunt Bauman en la inauguración en Wroclaw del Congreso Europeo de Cultura que Polonia organiza con motivo de ostentar, por primera vez, la presidencia de turno de la Unión Europea. "El mundo", añadió, "se está transformando en un mosaico de diásporas, en un archipiélago de culturas". Un archipiélago que, según él, al tiempo que aportan riqueza pueden crear una incomunicación babélica; por eso el escritor y pensador polaco abogó por invertir en sistemas de traducción que permitan confeccionar lo que llamó una "nueva biblioteca de Alejandría".

Hay que empezar a dejar de pensar en la cultura como en "una isla autónoma dentro del marco social", señalaba ayer en el mismo sentido el abogado y lobbista cultural Philippe Kern. "En estos momentos hay que situarla en el centro del discurso social y económico de la nueva sociedad", añadía, "y no solo porque actualmente la industria cultural proporciona millones de empleos y supone una parte importante del PIB, ni tampoco porque cuando China quiere desarrollar una economía creativa viene a Europa en busca de talento, sino porque aunque no nos demos cuenta, es nuestro principal recurso económico, como lo sería el petróleo para otros".

"Cuando hablamos de innovación", añadió, "pensamos que solo procede del campo de la tecnología, cuando en realidad es el campo de la tecnología el que bebe de las ideas y tendencias que surgen del campo de la cultura". "Hay que atraer artistas a las empresas, para que con su mirada ofrezcan alternativas", añadía. La cultura, además, tiene una dimensión añadida: crea solidaridad entre la gente y esto es lo que ahora necesita Europa.

Hubo ayer, en Wroclaw, quien insistió en separar o al menos delimitar los conceptos de cultura y arte, aunque tampoco faltaron quienes lo querían difuminar. Para el profesor de Economía de la Cultura de la Universidad de Venecia, Pier Luigi Sacco, las nuevas tecnologías nos permiten llevar encima un entero estudio cinematográfico en un ordenador portátil que no sólo nos ofrece la posibilidad de crear, sino de saltarnos la figura del intermediario y -más importante- producir arte sin necesidad de retornos económicos para financiarlo.

No pensaba lo mismo el director de la Kunsthalle de Viena, Gerald Matt, para quien una cosa es la cultura y otra muy distina el arte que realiza a título individual una persona. Matt apuntó una interesante paradoja para estos tiempos de crisis y deuda, cuando la fiscalidad está sobre el tapete y las grandes fortunas apuntan a un reforzamiento de los mecenazgos en el modelo de Estados Unidos. ""El dinero que llega a las instituciones", dijo, "es igualmente público, tanto si llega del Estado a través de los impuestos como si procede de donaciones privadas que, finalmente, son deducciones fiscales y por consiguiente impuestos. En este último caso sucede que es el individuo en cuestión quien decide a qué dedicar los fondos y cómo gastarlos, con criterios personales y en ocasiones muy banales o volubles. Personalmente prefiero que sea el Estado que lo reparta porque tiene una mayor continuidad y neutralidad".

El fotógrafo Oliviero Toscani, maestro de la provocación, no comulgó con nadie: "el Estado es un estorbo", dijo, "una máquina de mediocridad gestionada por burócratas a quienes la creación artística, que por definición es subversiva, les parece un anatema".

Zygmunt Bauman, que ha escrito especialmente para este congreso el ensayo Cultura en el líquido mundo moderno, en el que Polonia se reivindica como la potencia cultural de la Europa del Este, adoptó la figura del viejo sabio que reivindica. Ante el presidente polaco Bronislaw Komorowski y otras autoridades, en el Centennial Hall, un edificio emblemático en la historia de la arquitectura construido a principios del siglo XX por el arquitecto Max Berg, Bauman pidió a los asistentes que dejaran de ver la televisión durante los cuatro días del congreso para no contagiarse del pesimismo. También reclamó la herencia cultural europea como la mejor arma para salir de la crisis. Enlazando con el eje sobre el que Polonia ha articulado su presidencia, el de la diversidad, Bauman ció a Gadamer recordando que la diversidad es el mayor tesoro que Europa puede dar al mundo y a Steiner cuando asegura que el viejo continente morirá cuando deje de prestar atención a los detalles.
En una ciudad emblemática como Wroclaw, que ha sido bohemia, polaca, alemana, parte del Imperio Austrohúngaro, prusiana, alemana y de nuevo polaca, y donde las cicatrices de la última guerra todavía son visibles, Bauman reclamó el viejo espíritu del Imperio Austrohúngaro, al que la ciudad, que entonces se llamaba Breslau, capital de Silesia, perteneció.

De cómo los tiempos han cambiado desde la última guerra que supuso la expulsión de los ciudadanos alemanes y la llegada de polacos procedentes de la parte oriental del país que ganó Bielorrusia, da fe esta anécdota relatada por el alcalde de Wroclaw. A mediados del siglo XIII, los invasores mongoles llegaron a la ciudad, la destruyeron y la saquearon, aunque no pudieron ocupar el castillo. Recientemente, explicó, el embajador de Mongolia en Polonia visitó Wroclaw y en un acto oficial escuchó el relato de aquel bárbaro episodio. Cuando tomó la palabra, en lugar de ofenderse, dijo: "¿Qué importa quién ganó y quién perdió? Lo importante es que fue entonces cuando nos conocimos por primera vez".

J. M. MARTÍ FONT (ENVIADO ESPECIAL) - Wroclaw - 10/09/2011 .
EL PAÍS 10/09/2011